Cuento: El dío y el barquero Cecilio
Había una vez un barquero llamado Cecilio, que vivía junto a un río caudaloso. Cada día transportaba viajeros de una orilla a otra. Sin embargo, últimamente, las aguas del río estaban agitadas y llenas de ramas y hojas que la corriente arrastraba. Cecilio, preocupado, se esforzaba por remar con más fuerza para evitar los obstáculos, pero cuanto más luchaba contra la corriente, más agotado se sentía. Un día, una anciana viajera subió a su barca. Notó el ceño fruncido del barquero Cecilio y cómo sus remos golpeaban el agua con fuerza desmedida. — ¿Por qué luchas tanto contra el río, muchacho? —preguntó la anciana. Cecilio respondió, con frustración: — Este río está lleno de ramas que arrastra la corriente. Si no remo rápido, chocaremos y naufragaremos. No tengo tiempo para otra cosa que no sea evitar los obstáculos.
La anciana sonrió serenamente y señaló el agua: — ¿Por qué no dejas de remar un momento y observas el río? Si solo luchas contra la corriente, nunca comprenderás hacia dónde te lleva. Aunque dudoso, Cecilio dejó de remar. Por primera vez, se permitió mirar detenidamente las aguas. Notó que, aunque algunas ramas flotaban hacia él, muchas otras pasaban de largo sin representarle ningún peligro. Observó los remolinos y descubrió que, al dejarse llevar por ellos con cuidado, podía avanzar sin tanto esfuerzo.
La anciana, viendo su cambio, agregó: — Los pensamientos y emociones son como este río. Si luchas contra ellos o intentas evitarlos, solo te agotas. Pero si los observas, los aceptas y decides cuál merece tu atención, encontrarás el flujo adecuado para avanzar en paz.
A partir de ese día, Cecilio aprendió a remar con calma, acompañando el movimiento natural del río en lugar de luchar contra él. Descubrió que, al observar primero y actuar después, podía cruzar a sus viajeros con serenidad y eficiencia.
Moraleja: La coherencia emocional a través de la observación. Nuestros pensamientos y emociones son como el río: a veces caudalosos, llenos de obstáculos y remolinos. La clave para lograr la coherencia emocional no es ignorarlos ni luchar contra ellos, sino observarlos con atención y decidir conscientemente cómo responder. Al acompañarlos sin ser arrastrados por ellos, encontramos un equilibrio
que nos permite avanzar en cualquier situación con claridad y paz interior.